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Raíces del eje

En el marco de las 15tas Jornadas de Recreación, realizadas en el año 2017, ocurrió una situación de violencia de género ejercida por un tallerista, respaldado por su trayectoria en el campo, sobre una participante durante uno de los dispositivos de formación. Esta situación de violencia implicó una doble relación de poder, ya que no solo fue realizada desde un varón hacia una mujer, por el hecho de ser mujer, sino que este varón se encontraba posicionado en un rol asimétrico de coordinación del que se aprovechó para descalificar y cosificar a una compañera. A partir de esta situación, y de las respuestas que varias compañeras fueron desarrollando colectivamente, nos sentimos muy interpeladxs como equipo.

Para acceder al comunicado del equipo de las 15º Jornadas de Recreación y Tiempo Libre, luego de lo sucedido; haga CLICK AQUI. 

 

Reconocemos que hemos convivido con este tipo de violencias, que en distintos niveles las soportamos, las permitimos y las reprodujimos durante demasiado tiempo; que el contexto que vivimos actualmente motoriza profundas transformaciones en los modos de relacionarnos con lxs otrxs y con nosotrxs mismxs y que en ese revolucionarnos, vamos aprendiendo y enseñándonos a poner freno. Porque nos sentimos habilitadxs para hacerlo y cada vez más acompañadxs en este impostergable proceso de dejar de aceptar las violencias cotidianas como naturales o insignificantes y nombrarlas como lo que son: violencias, sometimientos, abusos. Y nos damos cuenta que eso hace mucha diferencia, porque nos modifica en la constitución de nuestras subjetividades, que andan encendidas y deseantes, golosas. Que nos permiten ir hilando cada vez más fino en estructuras asimiladas desde siempre, que nunca deberían haber sido. Y como sabemos que las situaciones particulares son efectos de un sistema, tenemos que poner bajo la lupa todo el sistema, o lo que es lo mismo, todas las situaciones.

Nos encontramos con la necesidad de trascender el emergente y problematizar la forma en que construimos y deconstruimos referencias en nuestro campo, en nuestros equipos de trabajo, y preguntarnos por los modos en los que abordamos nuestras prácticas con grupos: ¿Cómo se ven atravesadas nuestras praxis pedagógicas por los mecanismos que reproducen relaciones de poder en torno a los géneros, y por las violencias que naturalizan las estructuras y los roles sociales establecidos?

 

Nos sentimos parte del movimiento de mujeres e identidades disidentes; un movimiento feminista heterogéneo e histórico que contiene una gran diversidad de posicionamientos y problemáticas, que en sus reivindicaciones recupera perspectivas ocultadas y va ganando cada vez más terrenos para generar fisuras y romper con las complicidades machistas patriarcales. Estamos siendo parte de un momento histórico que no deja de sorprendernos, un presente feminista condensado en una marea que avanza no solo en masificación y visibilización, sino también en su capacidad de pujar y filtrarse en todos los intersticios, advirtiéndonos que estamos en medio de un cambio de paradigma.

 

Desde esta particular posición en el mundo, nos reconocemos como parte de una búsqueda histórica, y como tal retomamos el legado de las construcciones que nos anteceden en nuestro campo. Nos preguntamos, en conjunto con lo planteado en el 2010 desde el ISTLyR: “¿De qué modos y en qué situaciones cotidianas las prácticas pedagógicas de recreación y educación social, participan en la producción y reproducción social de las desigualdades e injusticias de género?”, y en consecuencia buscamos  “pensarnos a nosotros/as, la organización de nuestras habituales formas de mirar y mirarnos y sus efectos nunca inocentes en las prácticas que sostenemos”. (Editorial de la Revista Itinerarios, 2010)

Afirmadxs en las raíces que nos sostienen a la vez que nos impulsan, en estas 16tas Jornadas de Tiempo Libre y Recreación decidimos abordar el presente eje. Vamos a explorarlo por partes...

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Recreación con perspectiva de géneros

¿Qué significa incorporar una perspectiva de géneros a nuestras prácticas educativas? ¿Qué implica pensar y hacer Recreación desde esa perspectiva?

 

En principio, implica comprender que nuestras acciones cotidianas se encuentran sustentadas sobre diversas concepciones con respecto a los géneros, y estos supuestos son construcciones sociales, culturales e históricas, y por lo tanto modificables.

Entonces, comenzamos por preguntarnos “¿Cuáles son las categorías mediante las cuales vemos?” (Butler, 2018, p.27). Para poder problematizar esas categorías, y animarnos a indagar por aquello que no vemos en torno a los géneros, para intentar hacerlo visible. ¿Cuáles son nuestros puntos ciegos, nuestros impensables? ¿Qué creemos incuestionable? ¿Qué cuestiones damos por obvias y por qué? Apostamos a este ejercicio de lo imposible, para desnaturalizar las estructuras que nos conforman, explicitarlas y darles nombre para comenzar a modificarlas.

En esta línea, y para reconocer el camino recorrido, tanto en el plano personal como en el social, nos parece interesante también indagar: ¿Qué no veíamos antes que ahora sí somos capaces de ver? ¿Qué veremos más adelante, al seguir profundizando juntxs?

 

El proceso de conformación de esta perspectiva consiste en reenfocar los lentes con los que miramos y entendemos el mundo, sabiendo que ya portamos unos heredados, que recortan y delinean nuestras prácticas. Al usarlos transitamos algunos caminos y decidimos no transitar otros, tendemos puentes hacia terrenos conocidos o hacia otros que nos resultan nuevos e incómodos, modificando así nuestros lentes. Un ejercicio sinfín de construcción y deconstrucción. Tomamos la noción de deconstrucción como un ejercicio infinito de demolición de verdades, a través del cuestionamiento de lo instituido: "La pregunta deconstruye. Desmantela toda certeza para hurgar en sus orígenes. Deconstruye para comprender las razones por las cuales un sentido se fue desplegando de cierto modo cuando pudo haber tomado otros tantos caminos posibles y todos ellos a su vez deconstruibles. (...) si no hay una verdad, todo es juego" (Sztajnszrajber, 2014, p.121).

 

En esta prefiguración de nuevos horizontes, reconocemos que el lenguaje tiene un rol central en la representación y visibilización de la realidad. Consideramos al lenguaje como la herramienta habilitante y estructurante del pensamiento, como aquello que demarca el terreno posible de ser pensado y realizado. Coincidimos en que “significado y significante no tienen una relación necesaria sino una relación histórica y social” (Abrevaya y Mariasch, 2018), así como que “no es posible ninguna revolución política sin que se produzca un cambio radical en nuestra propia concepción de lo posible y de lo real” (Butler, 2018, p.28). Es por eso que al pensar y escribir este marco nos valemos de conceptos nacidos al calor de la resistencia contra el patriarcado, que utilizamos como herramientas de construcción contrahegemónica en este momento histórico. Intentamos armarnos de sentidos desde un lenguaje que contemple la multiplicidad de formas de vivenciar los géneros, y fundamentalmente romper con la lógica machista y binaria que toma al sujeto masculino como universal. Por ejemplo, en lugar de usar la palabra “todos”, al referirnos a una totalidad de personas, escribimos “todxs”, incorporando tanto a quienes se identifican con el femenino, como a quienes no se identifican ni con masculino ni femenino. Este lenguaje a menudo es denominado como “inclusivo”. Sin embargo, la relación de poder que subyace en el término inclusión nos genera algunos interrogantes:

¿Quién es capaz de incluir a quién? ¿Desde qué lugar pensamos la inclusión? ¿En quienes pensamos cuando hablamos de “inclusión”? Es por esto que preferimos pensar el lenguaje como “no sexista” o “no binario” y lo expresamos usando la x.

 

A continuación les proponemos algunas vías de exploración que nos ayuden a pensar en torno a la perspectiva de géneros. Sabemos que no son las únicas, ni se encuentran acabadas. Simplemente pretendemos que funcionen como potenciadoras de este encuentro.

 

Infancias y crianzas

¿Cómo se construyen los mandatos de feminidad y masculinidad?

Aprendemos a ser varones y mujeres de acuerdo a las representaciones sociales sobre los géneros que imperan en nuestras sociedades. En base a una interpretación arbitraria de nuestro sexo biológico (genitales, cromosomas y hormonas), se construyen significados culturales (formas de obrar, pensar y sentir) propias de lo femenino y lo masculino. Así es que, lo que se considera socialmente como masculino y femenino no es natural, y constituye una categoría social, histórica, económica, política y cultural específicamente definida, que implica necesariamente relaciones de poder. En nuestra sociedad actual se establecen normas de género que jerarquizan “lo masculino” por sobre “lo femenino”, y se postula la heterosexualidad como orden social.

¿Cómo se definen o direccionan las características y roles de género asociados al sexo biológico? ¿Qué proyecciones se hacen sobre el sexo biológico de lxs bebxs?

 

Nuestra interacción con lxs otrxs comienza a través del juego, que nos forma como sujetxs en relación social con el mundo. Es por eso que para entender y re-preguntarnos cómo se construyen los mandatos desde la infancia, nos cuestionamos:
¿A qué elegíamos jugar? ¿A que nos invitaban a jugar? ¿Qué juguetes o propuestas nos rodeaban? ¿Qué aprendimos a elegir?

En relación a las relaciones con lxs adultxs: ¿Nos permitían jugar a lo que quisiéramos? ¿Cómo aparecía la mirada y la intervención de lxs adultxs en nuestro juego?

¿Qué juegos y jugadorxs ocupan el centro del espacio y cuáles los márgenes? ¿Cuáles se desarrollan en el espacio público y cuáles en el privado? ¿Cómo pensar nuestra tarea desde estos interrogantes?

 

Sexualidades y cuerpxs deseantes

Si consideramos a la sexualidad de forma integral, no podemos dejar de pensar que toda educación es inevitablemente sexual. Nuestras formas de ser, afectarnos  y vincularnos con lxs otrxs están íntegramente imbricadas en nuestra sexualidad. A la hora de pensar lo educativo, la Ley 26.150 avala esta concepción, planteando en su artículo 1° que la ESI (Educación Sexual Integral) “articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”. Es importante tener en cuenta que contamos actualmente con un amplio marco normativo de leyes promulgadas en los últimos años que no solo podemos utilizar como herramientas para amparar y fundamentar nuestras prácticas, sino que debemos hacerlo. En tanto marco jurídico, tenemos la obligación de conocerlo y llevarlo a la acción para garantizar y exigir “el ejercicio pleno de nuestros derechos y deseos” (Longo, en Korol, 2007, p.39).

¿Qué concepciones de sexualidad portamos? ¿Cuáles subyacen en nuestras prácticas? ¿Cuáles son nuestros tabúes y cómo operan en nuestro trabajo con grupos?

 

Entendemos que nuestrxs cuerpxs son territorios, en tanto “representan un espacio socialmente construido a partir de sentidos y significados creados colectivamente”. “Cuerpos en tanto territorios que han sido trazados, delimitados, clausurados, desde el poder hegemónico. El capitalismo cartografía nuestros cuerpos como mercancías, y el patriarcado los delimita de manera binaria, definiendo un mapa varón y un mapa mujer; sus fronteras, sus usos, sus cursos, sus suelos; legitimando el cuerpo mujer como territorio de conquista y colonización”. Territorios de disputa y de exploración, de placeres y represiones, donde hacemos carne las opresiones y las libertades. Sobre nuestrxs cuerpxs se legisla y se condena. Sobre nuestrxs cuerpxs seguiremos decidiendo.

¿Cómo es la relación con nuestrx propix cuerpx y con lxs de lxs otrxs? ¿Cuáles cuerpxs son hegemónicamente deseadxs y cuáles no? ¿Accionamos en torno a eso?

¿Educamos desde y para el consentimiento?

¿Qué lugar tiene el deseo en nuestras prácticas cotidianas?

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Sororidad, masculinidades y redes vinculares

¿Cómo aprendemos a ser en relación a nuestros vínculos?

Crecimos con modelos femeninos de un paradigma en el que las mujeres vemos a nuestras pares como una competencia en relación a la aceptación masculina. Nos impusieron un lugar de “deber ser mujer” de una cierta manera, una norma de la que no podemos salirnos sin ser acalladas, cuestionadas, deshumanizadas y aisladas. La desnaturalización y resistencia ante la dominación patriarcal fue fruto de la lucha histórica de mujeres, lesbianas y otras identidades oprimidas que buscaron refugio, acompañamiento y lucharon en pos de la liberación.

 

¿Por qué es importante reforzar los lazos de sororidad en la Recreaciòn?

Los vínculos de sororidad hacen que nos reconozcamos con las otras, formemos lazos, puentes, redes para sabernos y sentirnos en continua construcción. Por eso creemos que son una oportunidad para enriquecer nuestras prácticas cotidianas, como así también espacios de luchas sociales y políticas. “La hermana es imprescindible” (Paz Frontera, en Varela, 2018) para sentirse acompañada en enfrentar al machismo cotidiano que queremos derribar.

En esta misma clave colectiva, nos preguntamos: ¿Cómo se conforman los vínculos entre las masculinidades? ¿Por qué se hace tan difícil el cuidado y el afecto entre varones? De a poco comienzan a proliferar espacios de deconstrucción de la masculinidad hegemónica, de los privilegios que esta implica y los limitantes que impone. Resaltamos la importancia de este proceso, ya que “No basta la voluntad de ser menos autosuficiente, violento o igualitario, o deslegitimar esos valores, sino que es preciso trabajar en deshacer las múltiples estructuraciones sociales e individuales (del cuerpo, carácter, identificaciones y hábitos) que la MH [masculinidad hegemónica], en su calidad de organizadora, normativa, guía y modelo produce en las instituciones y sujetos masculinos”. (Bonino, 2002, p.32)


Disputando la hegemonía binaria

Nos proponemos problematizar la lógica binaria desde la cual se piensan dos géneros como únicos, excluyentes y complementarios. Ante esta polaridad, crece cada vez más la búsqueda de visibilizar y nombrar un espectro de géneros posibles, como se evidencia desde la comunidad LGBTIQ+. En esta línea también se ponen en cuestión las categorías mismas de Varón y Mujer, pilares constituyentes del patriarcado y el régimen heteronormativo que funcionan como centro desde el cual se define “lo diverso”. Es interesante preguntarnos sobre las distintas formas de pensar la diversidad frente a la norma. En esa línea, en complemento al término transgénero se ha creado el término cisgénero. De esta manera, se busca visibilizar la especificidad de todas las identidades para sacarlas del lugar de “lo anormal” e ir socavando la norma. Otra estrategia de disputa es la de muchas identidades que se constituyen y autodenominan desde la resignificación de lo peyorativo: torta, puto, marika, trava, queer se reafirman como identidades disidentes que buscan disputar y derribar el patriarcado como sistema opresor.

 

En relación a las identidades, nos preguntamos: ¿Cómo constituimos nuestras identidades y qué hay de violento en estas categorías? ¿Cuál es la necesidad de definirnos según géneros? ¿Cuán elegidos son nuestros vínculos, orientaciones sexuales e identidades? ¿Cuánto hay de definitivo en esas construcciones y cuánto de maleable?

Como educadorxs, ¿Cómo aportamos desde nuestras prácticas a la conformación de identidades permeables, que no se cristalicen estereotípicamente? En nuestro rol delimitamos y damos forma, formamos y forzamos, como también nos vamos haciendo. Desde las acciones y los discursos que circulan en los espacios que facilitamos, ¿qué se habilita y qué se margina en relación al infinito espectro de posibilidades identitarias?


Deconstruyendo estructuras de poder...

Reconocemos el patriarcado como un sistema de dominación histórico, político, social, económico y cultural, que se materializa en múltiples relaciones de poder operando simultáneamente. Foucault (1998) señala que el poder no es una cosa que se pueda poseer, sino que se trata de un entramado que se encuentra en todas partes a cada instante, en los vínculos entre distintos puntos, algo que “viene de todas partes” (p.113). Y no se da de forma estática, sino que es dinámico, variable y por lo tanto reversible. A su vez, las relaciones de poder implican necesariamente resistencias, que también se encuentran en todas partes. Al respecto, afirma que “la formación del enjambre de los puntos de resistencia surca las estratificaciones sociales y las unidades individuales. Y es sin duda la codificación estratégica de esos puntos de resistencia lo que torna posible una revolución” (p.117) ¿Nos sentimos parte de los puntos de resistencia? ¿De qué formas?

 

Este sistema de dominación opera entonces no sólo en las formas de violencia más crudas y explícitas (como los femicidios y violaciones), sino también de modos más implícitos o sutiles en lo cotidiano, en forma de micromachismos que sostienen y perpetúan las relaciones de poder.

¿Qué micromachismos detectamos en nuestras prácticas? ¿Qué discursos los sostienen? ¿En qué nos reconocemos oprimidxs? ¿De qué formas oprimimos cotidianamente?

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... desde praxis pedagógicas

Proponemos pensar nuestra tarea cotidiana desde la noción de praxis, definida por Freire (2010) como una unión inquebrantable entre “reflexión y acción (...) sobre el mundo para transformarlo” (p.46). Para enfocar esta concepción en torno a las violencias relacionadas a los géneros, tomamos las palabras de Maffía, quien afirma que “una praxis feminista implica poner nuestra acción al servicio de no reproducir ni que se reproduzcan estas situaciones de subordinación en el ámbito en que nos toca desenvolvernos” (Maffía, en Korol, 2007, p.59).

Sostenemos que educarnos con perspectiva de géneros es de suma importancia, debido a que, como afirma Butler (2018), el género es performativo. Es decir que se va conformando en base al hacer, y es ese hacer lo que lo estructura constantemente. “No existe una identidad de género detrás de las expresiones de género; esa identidad se construye performativamente por las mismas «expresiones» que, al parecer, son resultado de esta” (p.85). Por eso es fundamental preguntarnos por nuestro hacer, por cómo moldeamos nuestras formas de estar genéricamente en el mundo a través de esta performatividad que funciona como “una repetición y un ritual que consigue su efecto a través de su naturalización” (p.17). La tarea será entonces desnaturalizar para transformar. ¿Qué rol tienen el juego y la lúdica en este terreno? ¿Qué potencial?

 

Reconocemos que nuestras prácticas están constantemente atravesadas por perspectivas, discursos y acciones que operan sobre la construcción de los géneros, sea de forma consciente o no. Y es justamente en la búsqueda de hacer que estos atravesamientos sean elegidos y coherentes que buscamos ponernos en jaque al preguntarnos:

¿Cómo nos posicionamos como educadorxs? ¿Qué supuestos sobre los géneros sustentan nuestra praxis?

En nuestro ámbito profesional, en nuestros equipos de trabajo, en nuestros espacios de formación, ¿cómo influyen nuestros géneros en la construcción de los roles, en las formas de intervenir y en las condiciones laborales? ¿Reconocemos manifestaciones de las desigualdades de género? ¿Cuáles? ¿Actuamos sobre estas? ¿Contamos con el acompañamiento, las herramientas y/o recursos necesarios para ello?

¿Qué mundos habilitamos en torno a los géneros y las sexualidades en los encuadres educativos?

 

Pensamos que para modificar estas cuestiones en nuestra praxis, también se vuelve una parte necesaria del proceso el deconstruir muchos de los efectos del sistema patriarcal en el plano personal. A la vez que buscamos tender puentes hacia y desde nuestras prácticas concretas y cotidianas. Nuestra época nos plantea grandes y urgentes desafíos. En buena hora.

Reconocemos la necesidad de que se generen espacios para problematizar nuestras formas de vincularnos, y apostamos a que las Jornadas de Recreación sean uno más de estos espacios. Ni el primero, ni el último. Tenemos ganas de encontrarnos en un terreno plagado de preguntas que generen más preguntas sobre lo que no nos cuestionamos nunca, por costumbre o por negación, por miedo o por culpa... y que esos interrogantes nos conduzcan a transformarnos en conjunto. Sentimos que a veces no se puede todo, o no se puede tan rápido, que es difícil. Es muchísimo lo que se mueve cuando la transformación es real.

Avizoramos un proceso largo y arduo de deconstrucción de elementos que se encuentran muy arraigados en nosotrxs mismxs, en nuestras bases. Y sentimos necesario, desde la rabia y la esperanza, acompañarnos con afecto, con impaciente paciencia en el proceso de inventar lo nuevo que buscamos. Esta es la forma que le encontramos ahora, y va mutando…

Nos pensamos como sujetxs en cuestión y en una constante búsqueda de romper con las estructuras instituidas, en un gran proceso del que formamos parte. Sabiendo que no custodiamos ninguna verdad, invitamos desde y en conjunto con los planteos y replanteos individuales y grupales propios. Indagando cómo transformar nuestra tarea profesional mientras cuestionamos nuestros saberes, hallándonos en nuestras ignorancias. Nos invitamos a ir al encuentro con otrxs, a habilitar la pregunta real, la que nos incomoda y nos hace crecer. A clarificar lo que ya somos capaces de visibilizar y a explorar lo internalizado, para ayudarlo a salir y así transformarlo. Apostamos a seguir creando nuestro rol desde el interrogante ¿Para qué sociedad queremos educar? y reelegir entonces desde dónde transitar y construir nuestro cotidiano.

 

¡La invitación está hecha, ahora solo queda ir al encuentro!

 

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Bibliografía:

  • Abrevaya, C. y Mariasch, M. (29/05/2018) Típico de Machirulo. Revista Anfibia Recuperado de:http://www.revistaanfibia.com/ensayo/tipico-de-machirulo/

  • Bonino, L. (2002). Masculinidad hegemónica e identidad masculina. Dossiers Feministes 6: Mites, de/construccions i mascarades, N° 6.

  • Butler, J. (2018) El género en disputa, Madrid, España, Ed. Paidós

  • Despentes, V. (2009) Teoría King Kong, Barcelona, España, Ed. Melusina

  • Federici, S. (2010) Calibán y la Bruja, Madrid. España, Ed.Traficante de Sueños

  • Foucault, M. (2012) Historia de la sexualidad. Vol I, Madrid, Ed. Siglo XXI

  • Freire, P. (2010) Pedagogía del Oprimido, Buenos Aires, Ed. Siglo XXI

  • Korol, C. (comp.) (2007) Hacia una pedagogía feminista. Ed. El Colectivo, América Libre

  • Lagarde, M. (1988) Enemistad y sororidad: Hacia una nueva cultura feminista. Recuperado de :
    https://es.scribd.com/document/78258929/Enemistad-y-Sororidad-Marcela-Lagarde

  • Manada de Lobas (2016) Foucault para encapuchadas. Ed. Queen Ludd

  • Organización Mundial de la Salud (OMS). (2006). Defining sexual health Report of a technical consultation on sexual health. Enero 2002. Ginebra, OMS.

  • Sztajnszrajber, D. (2014) ¿Para qué sirve la filosofía? (Pequeño tratado sobre la demolición). Bs As., Ed. Planeta.

  • Varela, J. (2018) Tengo unas flores con tu nombre (Guía práctica de sororidad). Rosario. Ed. Maten al Mensajero.

  • Wittig, M. (2006) El pensamiento heterosexual, Barcelona, España, Ed. Egales

  • Revista Itinerarios en Género, Educación y Recreación. Año 2, Número 2, Primavera de 2010. Revista del Instituto Superior de Tiempo Libre y Recreación.

  • Marco teórico de las 15tas Jornadas de Tiempo Libre y Recreación (2017) Territorio, comunicación y vínculos. Potenciando redes desde la recreación.

  • Ley Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable. Nº 25.673. (2003)

  • Ley Programa Nacional de Educación Sexual Integral. Nº 26.150. (2006)

  • Ley de Protección Integral a las Mujeres. Nº 26.485. (2009)

  • Ley de Matrimonio Igualitario. Nº 26.618. (2010)

  • Ley de Identidad de Género. Nº 26.743. (2012)

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Graciela Resala:
Licenciada y Profesora en Psicología (UdelaR; UBA)
Profesora en el Instituto de Formación Docente Joaquín V. González, en las carreras de Geografía e Inglés. Profesora en el Instituto de Formación Técnica, Instituto de Tiempo Libre y Recreación, en las carreras de Tiempo Libre y Recreación y en Comunicación Social. Tutora institucional en el Istlyr.
Escribió varios artículos académico-científicos y dos libros sobre redacción de textos académicos, tesis y tesinas. Noveduc ediciones, acaba de publicar -en el número 331 de la Revista Novedades Educativas-, el trabajo “EDUCANDO(NOS) CON PERSPECTIVA DE GÉNERO. Documentación narrativa de una secuencia de intervenciones tutoriales” donde se narran todas las acciones institucionales llevadas a cabo en el istlyr, como respuesta a varias consultas realizadas por estudiantes frente a hechos contemplados por la ley 26.485.
Junto con un grupo de estudiantes y docentes, estuvo a cargo de la redacción del Protocolo de Género del Istlyr que, actualmente, se encuentra para ser aprobado por el Consejo Directivo.
Además del trabajo docente, desarrolla la actividad clínica en la atención de adolescentes y adultos.

Julieta Nebra:
Trabajadora Social por la Universidad de Buenos Aires y Magister en Género, Sociedad y Políticas por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Doctoranda de la Facultad de Filosofía y Letras en el área de Antropología y becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Se ha desempeñado como trabajadora social en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en contextos de vulnerabilidad social y también en contextos de encierro. Es docente en la Universidad de Buenos Aires y en el Instituto Superior de Tiempo Libre y Recreación, donde también formó parte de la comisión encargada de pensar y redactar el Protocolo de Género y organizar la 1° Jornada Institucional de Perspectiva de Género.
Ha participado en diversos proyectos de investigación UBACYT. Sus principales líneas de trabajo son: Juventud y conflicto con la ley penal, Políticas Sociales y Penales, Género y Masculinidades y Cuestiones Teórico- Metodológicas del Trabajo Social. Correo electrónico: julinebra@hotmail.com

Soledad Torrigia:
Soledad Toriggia diseñadora y productora de juegos de mesa, ha diseñado juegos como “Soy, jugando a ser” (Primer premio del concurso “Juguemos en Igualdad”, 2016). Sus diseños se caracterizan por el aprendizaje a través de la experiencia de lxs participantes, con técnicas y dinámicas que generan los objetivos educativos propuestos. Para realizar la producción de sus ideas creativas, se vale de su conocimiento y experiencia en distintos campos artísticos (fotografía, escritura y cine), la cual desarrolla desde 2007 a la fecha. Además, de su formación autodidacta, se apoya en los estudios universitarios: Tiempo Libre y Recreación (ISTLYR) y Dirección de Cine y TV (CIEVYC). Este conjunto variado de herramientas, le permite configurar con cuidado y balance los elementos -que intervienen en sus dinámicas lúdicas-, de un modo entretenido, creativo y generando conciencia.

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